5/3/13

Odio a los indiferentes

"Creo que vivir quiere decir tomar partido. Quien verdaderamente vive, no puede dejar de ser ciudadano y partisano. La indiferencia y la abulia son parasitismo, son bellaquería, no vida. Por eso odio a los indiferentes.

La indiferencia es el peso muerto de la historia. La indiferencia opera potentemente en la historia. Opera pasivamente, pero opera. Es la fatalidad; aquello con que no se puede contar. Tuerce programas, y arruina los planes mejor concebidos. Es la materia bruta desbaratadora de la inteligencia. Lo que sucede, el mal que se abate sobre todos, acontece porque la masa de los hombres abdica de su voluntad, permite la promulgación de leyes, que sólo la revuelta podrá derogar; consiente el acceso al poder de hombres, que sólo un amotinamiento conseguirá luego derrocar. La masa ignora por despreocupación; y entonces parece cosa de la fatalidad que todo y a todos atropella: al que consiente, lo mismo que al que disiente, al que sabía, lo mismo que al que no sabía, al activo, lo mismo que al indiferente. Algunos lloriquean piadosamente, otros blasfeman obscenamente, pero nadie o muy pocos se preguntan: ¿si hubiera tratado de hacer valer mi voluntad, habría pasado lo que ha pasado?

Odio a los indiferentes también por esto: porque me fastidia su lloriqueo de eternos inocentes. Pido cuentas a cada uno de ellos: cómo han acometido la tarea que la vida les ha puesto y les pone diariamente, qué han hecho, y especialmente, qué no han hecho. Y me siento en el derecho de ser inexorable y en la obligación de no derrochar mi piedad, de no compartir con ellos mis lágrimas.

Soy partidista, estoy vivo, siento ya en la consciencia de los de mi parte el pulso de la actividad de la ciudad futura que los de mi parte están construyendo. Y en ella, la cadena social no gravita sobre unos pocos; nada de cuanto en ella sucede es por acaso, ni producto de la fatalidad, sino obra inteligente de los ciudadanos. Nadie en ella está mirando desde la ventana el sacrificio y la sangría de los pocos.

Vivo, soy partidista. Por eso odio a quien no toma partido, odio a los indiferentes."

Antonio Gramsci - 11 de febrero de 1917
 

2/3/13

Salvador Puig Antich

Hace 39 años el regimen franquista, cuyos sucesores nos gobiernan, ejecutaba a joven anarquista Salvador Puig Antich


Un Consejo de Guerra cuya instrucción estuvo plagada de irregularidades como el distinto número de casquillos encontrado en el portal y el que hicieron constar los policías en su informe; según éste, en la refriega sólo llegó a dispararse la pistola de Puig Antich. Por otro lado, la policía también afirmó haber esposado a Xavier Garriga, y se demostró que los policías no llevaban esposas a la hora de proceder a las detenciones: esperaban sólo a Garriga y éste era considerado un teórico; pensaban que no iría armado, ni mucho menos acompañado por su compañero. Por último, la autopsia del subinspector Anguas se hizo en la misma comisaría de Vía Laietana, y nunca se llegó a saber a ciencia cierta si la bala que le había matado salió de la pistola de Puig Antich.



Tanto el libro como la película han recibido fuertes críticas por parte de antiguos militantes del MIL, compañeros de militancia de Salvador, que afirman que ambos vacían de contenido político el personaje de Puig Antich, al tiempo que dignifican falsamente las imágenes de su carcelero, Jesús Irurre, del juez militar que lo condenó y de los miembros de la Brigada Político-Social de la policía franquista. 
 
http://www.paremoslapeliculasalvador.org/frame.htm



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